En el marco del ciclo programático
«Paisajes Funcionales. Arte y Ruralidad» durante el mes de enero se exhibirán cuatro documentales que retratan de distintas veredas, los efectos de la modernización sobre paisajes rurales.
Programación:
Donna Haraway: Story Telling for Earth Survival / Fabrizio Terranova (2016)
Domingo 06 de enero / 19.00 horas
Donna Haraway, filósofa feminista, historiadora de las conciencias humanas, primates y cyborgs, comparte en este documental su universo rebelde y esperanzador. La autora del
Manifiesto Cyborg (1985) se abre a un diálogo con el realizador Fabrizio Terranova (a quien sólo escuchamos, sin verlo), que nos lleva a recorrer las realidades, ficciones y fricciones contemporáneas desde la perspectiva de una de las mentes más curiosas y ágiles de nuestra época.
La exhibición de este documental es gracias al apoyo del
grupos de estudio de Antropología de la Vida y Culturas y naturalezas, del Departamento de Antropología Universidad Alberto Hurtado.
Movimientos de tierra – Matías Cardone (2017)
Miércoles 09 de enero / 19.00 horas
Arte y naturaleza. La relación entre ambos, su diálogo y sus puntos de tensión eran el corazón de la muestra colectiva
Movimientos de Tierra, que se exhibió el año pasado en el Museo de Bellas Artes. La exposición recogía las exploraciones artísticas realizadas entre los símbolos de la cultura contemporánea y la subsistencia del territorio natural.
El Río / Cristián Tàpies (2017)
Martes 15 de enero / 19.00 horas
El río es la bitácora de un viaje que atraviesa pasado y presente de la vasta región amazónica, la red hidrográfica más grande del planeta, en cuyos bosques húmedos conviven culturas ancestrales que resisten al avance del dominio transnacional, y cuyas marcas se evidencian en la geografía humana de los encuentros, en el diálogo con la historia y la contemplación de una poderosa belleza amenazada por la civilización del consumo y su expansión devastadora.
Surire / Bettina Perut, Iván Osnovikoff (2015)
Miércoles 23 de enero / 19.00 horas
A 4.300 metros sobre el nivel del mar, en el salar de Surire, un puñado de ancianos -últimos sobrevivientes de la cultura aymara en el área- convive entremezclado con flamencos, vicuñas, llamas y la maquinaria de una faena minera. Éste es el retrato de un espacio único donde se confunden la belleza natural, el absurdo humano y el ocaso cultural.
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